Y Pedro Sánchez sacó la bandera

Sánchez reivindicó España como espacio de convivencia y de progreso
Fuente: elplural.com
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Corría mediados de abril de 1977 y Santiago Carrillo, a la sazón secretario general del Partido Comunista de España que había sido legalizado unos días antes, ordenó a los militantes casi clandestinos aún, que en todos los actos públicos de la formación estuviese presente la bandera roja y gualda junto a la roja comunista. Por 169 votos a favor, ninguno en contra y 11 abstenciones, esa propuesta del líder salió adelante en el Comité Central ampliado sobre la presencia de la bandera bicolor. Ese gesto, valiente y arriesgado de Carrillo, marcó parte de la historia del comienzo de la Transición y mandó un mensaje al pueblo español y a las fuerzas vivas, de que el PCE aceptaba la democracia y no venía a romper España, sino a todo lo contrario, venía a reconciliar a las dos Españas y superar la etapa pasada.

Ayer en Madrid, la capital de España, en IFEMA, ante 10.000 militantes enfervorizados y con caras distintas a las de anteriores (rostros de satisfacción plena y muecas de alegría exultante por todo lo recorrido desde las elecciones municipales y autonómicas hasta ahora), Pedro Sánchez reivindicó España como espacio de convivencia y de progreso. Lo hizo en una imagen antes nunca vista: miles de socialistas ondeaban y agitaban banderas nacionales, constitucionales, la bicolor, la de España. Y aseguro que los afiliados socialistas portaban esas enseñas sin complejos, sin poses forzadas. Lejos de ello, estaban orgullosos de, por fin, haberle arrebatado ese testigo y ese símbolo a la derecha más rancia que, tal vez por error de la izquierda, dejó que ese símbolo, que es de todos los españoles, haya sido patrimonializado por los conservadores. Carrillo, una vez más, acertó, hace ya 46 años, con esa decisión del Comité Central del PCE.

El además aclamado y homenajeado, José Luis Rodríguez Zapatero, consciente de ese color rojo y gualda que inundaba el auditorio de IFEMA, que “le encantaba ver banderas de España porque nosotros también somos España”. De una España plural, diversa, integradora y progresista, matizó para diferenciarse del país que propugnan los populares y sus aliados de Vox.

Casi 50 años después de ese inteligente golpe efecto conciliador del líder comunista, Pedro Sánchez saca un nuevo conejo de su chistera y llena de banderas de España su auditorio. No hay nada casual en política ni en este hecho concreto. Militantes, cargos orgánicos locales, concejales y alcaldes, afiliados de bases de los que se reúnen todos los días en las Casas de Pueblo acosadas o vandalizadas por los de la banderita en el reloj, en el llavero, en la solapa, le han dicho a los de la insignia y el “pollo”, que basta ya, que esa bandera no es de nadie y es de todos. Pedro Sánchez le ha dicho a los del “pollo”, a los fascistas que acosan Ferraz y pintan grafitis propios de degenerados en las fachadas de las Casas del Pueblo, que toma esta, que “Viva España”, sí, “Viva España” dicha por un presidente socialista. “Viva España” plurinacional, acogedora, dialogante y progresista. Pedro Sánchez le ha mandado un corte de manga en forma de símbolo a esas fuerzas viva (aunque huelan a naftalina), a los ultras y al propio Feijóo, que sí, que sufre una patología, que se llama amar a la España de sus pueblos, culturas y regiones distintas.

Ayer, en IFEMA, los socialistas corrigieron un “error, inmenso error”, de dejar que la derecha más casposa e irredenta hiciera suya, y solo suya, nuestra bandera. Era el momento idóneo para rectificar y mandar el mensaje de que España no solo no se rompe, sino que puede salir más fuerte y próspera en los cuatro años que posiblemente gobierne el “Perro Sanxe”, un perro que ayer ladró con orgullo y que corre como un galgo y arriesga como un fox terrier en una madriguera de zorros… y siempre gana.

La España de verdad, la auténtica; Bandera de verdad, la constitucional y de todos y todas; Patria, sí, la que defiende la igualdad y la justicia social y no la cartera. Ese fue el mensaje, sin complejos ni remilgos. Algo histórico pasó ayer en IFEMA.