El territorio del Alto Jalón empieza a mirar hacia una fecha histórica: el año 2034, cuando se cumplirán 500 años desde que los monjes del Monasterio de Piedra elaboraron por primera vez chocolate a la taza, transformando el cacao llegado desde América en uno de los grandes placeres universales. Aquella historia, que comenzó con los monjes del cercano Monasterio de Santa María de Huerta, donde entró el primer cargamento de cacao procedente de México, sigue viva cinco siglos después entre las piedras de Nuévalos y los pueblos del valle.
La propuesta para convertir este aniversario en un gran acontecimiento regional fue presentada el pasado 11 de octubre por el portavoz socialista en la Comisión de Agricultura de las Cortes de Aragón, Marcel Iglesias. Bajo el título “Aragón, capital mundial del Chocolate 2026-2034”, el plan estratégico plantea aprovechar esta efeméride para impulsar el turismo, la gastronomía y la industria chocolatera en toda la comunidad, con el Monasterio de Piedra como epicentro histórico y simbólico.
El proyecto prevé la creación de rutas temáticas del chocolate con punto de partida en Nuévalos, vinculadas a empresas y chocolaterías aragonesas, además de congresos, ferias y seminarios que se desarrollarán de forma anual entre 2026 y 2034. La iniciativa cuenta con el apoyo del Grupo Socialista en las Cortes y busca implicar al Gobierno de Aragón, la Diputación de Zaragoza y los ayuntamientos de las zonas con mayor tradición chocolatera, como Ateca, Nuévalos, Benabarre o Huesca.
Según recordó Iglesias, el cacao llegó a España de la mano del monje cisterciense fray Jerónimo de Aguilar, quien acompañó a Hernán Cortés en su viaje a México y envió desde allí el primer cargamento junto con la receta para elaborar chocolate. Ese legado, que tomó forma en las cocinas del Monasterio de Piedra en 1534, dio origen al primer chocolate a la taza del mundo, con azúcar, canela y vainilla.
Aragón, con su importante tradición chocolatera, aspira ahora a convertir ese origen en un motor de desarrollo. Empresas históricas como Lacasa —creadora de los Conguitos y Lacasitos—, Brescó en Benabarre, Hueso (actual Valor) en Ateca, o las pastelerías Ascaso y Tolosana, son solo algunos ejemplos de un patrimonio dulce que el plan quiere reivindicar y proyectar internacionalmente.
El Alto Jalón, punto de conexión entre Santa María de Huerta y el Monasterio de Piedra, se perfila así como escenario natural para las primeras celebraciones y rutas del chocolate que comenzarán a organizarse en los próximos meses. Desde los muros del Císter hasta las modernas chocolaterías, la comarca se prepara para volver a contar la historia de cómo un viaje transatlántico cambió para siempre el sabor de Europa.